La saeta es un rezo solitario que se hace social cuando la emoción nos pone un nudo en la garganta a los que nos encontramos presentes, ya sean por seguiriyas gitanas, o en carceleras, o en desgarrador martinete.
El tema es el mismo: el sufrimiento de Cristo y la amargura de María. El decorado es el mismo: la primavera, el olor a azahar en nuestros pueblos y ciudades, el recogimiento en las iglesias y capillas, los mismos recorridos, las mismas esquinas, idénticas calles y paisajes. Es la misma muchedumbre, igual el ritual, pero siempre es distinto el eco de la saeta que nos hace derramar lágrimas distintas.
La saeta es el lamento espiritual de un pueblo que desde siempre ha sentido a Cristo como amigo y caminante en el quehacer de su vida diaria. La saeta es el tuétano del pueblo andaluz, porque narra de una manera singular la Pasión de Jesucristo tal como él la entiende, la sufre y la vive. Y por eso necesita un Dios humanizado para sacarlo por sus calles y rezarle con un cante de firme autenticidad humana.
Los creyentes van hablando con su Cristo con la normalidad del amigo que habla al amigo y, en Semana Santa, tiene una forma hermosísima de conquistar y perseverar en la amistad de Dios: la saeta. Tal vez sea el puñal de un pueblo siempre sangrante por sus heridas, dardo, estilete que nos arranca el ¡ay! de un dolor continuado y al que la tierra pone muchas veces un olé como rúbrica…
Y el saetero es el trovador de penas y agonías que distribuye, emocionándonos a todos, ese cantar del pueblo andaluz que, según las precisas palabras de Machado, todas las primaveras anda buscando escaleras para subir a la Cruz. Para subir a la Cruz a desenclavar a su Cristo, ese Hombre-Dios hecho a su imagen por las gubias amorosas de sus hermanos artistas, ese hombre al que le canta llorando por lo más trágico que sabe, como llora el amigo al perder a su amigo.
Disfruten de esta Semana Santa y sus plegarias flamencas.
Exaltacion de la Saeta 2011